Ok Go

Eh, eh, hola.

Pues hoy me ha dado por ahí, y mientras cursiveo os voy a recomendar que veáis a unos chicos increíbles. Se llaman 'Ok Go' y además de que tienen unas canciones geniales, lo que más llama la atención son sus videoclips. Merece la pena verlos, perros que no vais a darle click.
Aquí están:

(Lo flipante de este es que TODA la música que se escucha está hecha por ellos en ese mismo momento)









Bueno, hay muchísimas más... Ya os las apañáis vosotros.


No más conejos ni chisteras encantadas.

Una historia es solo una historia, puede ser aburrida o puede cambiar tu vida. Todo depende de quien la cuente, y hay personas que sin siquiera inmutarse consiguen añadir un personaje más a su cuento: .
Tienen el don de hacerte creer que tú mismo has vivido ese recuerdo.
Magia, ¿tal vez? 
Entonces no más monedas invisibles, ni palomas en pañuelos, ni ilusiones imposibles.
Si tú haces magia, David Copperfield se muere de celos.

Epitafio de mi inexistente dignidad

15 de Julio de 2012. Domingo. 

(Ni lunes ni sábado: domingo.)


Todos los domingos mi padre nos trae una caja, dentro de ella hay tres pinzas (una por cada hermano): dos amarillas y una verde. Si te toca la verde, friegas los platos. Así de simple y doloroso al mismo tiempo.
Las dos semanas anteriores les había tocado a mis hermanos (he de añadir el dato de que yo siempre he tenido suerte en los juegos de azar. O eso creo), así que tenía que resignarme al hecho de que hoy ni juego, ni mierdas fregaba yo los platos.
Después de comer siempre me tomo un tiempo de relax, para asimilar la ardua tarea que se me aproxima.
Con el decimotercero 'NIÑA, VE A ARREGLAR LA COCINA', me levanté de mi cama a pesar de que mis músculos se resistían; sabían lo que se avecinaba.
Me anudé el delantal arrastrando mis temblorosas e inseguras manos hacia la nuca, a ritmo de la banda sonora del Equipo A. Tragué saliva antes de dar media vuelta para echar un vistazo al fregadero.
Ni mucho ni poco.
Cuando me quedaban tres cacerolas locas y un par de platos, mi padre entró a la cocina. La hora del café.
Mis labios dibujaron una sonrisa inquebrantable mientras mis ojos se posaban en los suyos con un aire de grandeza. Hoy era el día. Durante mis 16 primaveras, cada domingo cuyo turno de arreglar la cocina me pertenecía, en el último momento mi padre había sorbido las últimas gotas de su café y había depositado el vaso sucio en el fregadero. Otro más que limpiar.
La primera vez no me importó, puede que la segunda tampoco. Pero poco a poco, la hora del café se fue convirtiendo en un juego. Y hoy por primera vez la victoria iba a ser mía.
Solo me quedaban una cacerola y un plato cuando mi padre empezó a servirse la fría leche en un vaso que casi me miraba receloso.
Mientras que la cuchara se posaba una y otra vez en el bote de Hacendado, yo ya estaba terminando de secar el fregadero con un paño. Una vez terminé, me escapé de la siniestra cocina, no sin antes lanzar una mirada de autosuficiencia hacia mi padre, que estaba analizando con esos azules y penetrantes ojos cada detalle de esta. Antes de posar mi pie derecho en el pasillo que la comunicaba con el salón, mi padre detuvo mis movimientos alargando su brazo hacia mis hombros.

- No has secado la encimera. - musitó mientras depositaba el ya vacío vaso en el fregadero y abandonaba la sala tras cerrar la puerta. Quedándome atrapada en esas cuatro paredes, que seguro se reían de mi desgracia, restregué la encimera con el paño seco. Dirigí una mirada de rencor hacía el vaso cristalino y me dispuse a fregarlo a la vez que una silenciosa lágrima recorría el Tour de Francia en mi pálida mejilla.


Juraría que tras abandonar la cocina junto a mi inexistente dignidad escuché un:
"Cuando seas padre tus hijos fregarán tu café".

Seamos arquitectos

Imagina que llevas haciendo un puzzle durante toda tu vida. Cada día unes una pieza con otra, pasito a pasito.
Imagina que después de horas y horas, días y días, años y años de dedicación, justo cuando solo faltan dos piezas por juntar, descubres que no encajan.
Tu mundo patas arriba.
Imagínatelo.
¿Serías capaz de deshacer las piezas del puzzle? Pieza por pieza. ¿Serías capaz de deshacer tu vida? Recuerdo por recuerdo.
Tirarlo todo por la borda, al mar salado.
¿O fingirías que encajan a la perfección, para no desperdiciar los años?
O tal vez, ¿crearías otro nuevo mundo, desde los cimientos hasta las azoteas?
¿Podrías? ¿Te volverías a arriesgar?
Pero... ¿Y si es conmigo? ¿Te atreverías si es conmigo?
¿Necesitarías pensarlo dos veces? ¿Improvisarías un nuevo baile?
¿Tirarías tu dolor por la borda si te ayudara a empujarlo?
Dime que lo harías.

Una vida a todo color

Creo que lo que más disfrutamos por encima de todo es abstraernos de la realidad. O al menos, hablo como la persona que soy (o creo ser).
Cada cual de una manera diferente, pero acercándose a la ficción al fin y al cabo.
¿A veces no olvidas detalles de tu vida, o los dejas en un segundo plano? Como el color de tus ojos, tu cantante favorito, el nombre de tu mejor amigo... ¿No te concentras demasiado en una ilusión que por una milésima de segundo te atrapa y aparenta ser cierta?
A mí me pasa a menudo.
Aunque algunas personas consiguen que un recuerdo etéreo y abstracto se vuelva más tangible que la propia realidad. Se encierran en una falsa dimensión. No viven.
¿Por qué llegar a tal extremo?
Soñar con la "realidad" no está prohibido, pero vivir un sueño tampoco.