Nada

Parecía que las infinitas brumas tenían más densidad que ella misma. Ardían y le impedían abrir sus ojos negros. Así que caminaba a tientas por el bosque de Nada, buscando lo que todos buscan cuando llega la noche sin estrellas. Aunque jamás se había encontrado. Por eso mismo cada ente con ambición arde en deseos, no ya de conseguirlo, sino de al menos rozarlo con las yemas de los dedos o de mirarlo de soslayo. Pero sus ojos negros no eran como los de los demás. A pesar de su opacidad y de que nadie se hubiera reflejado en ellos, tenían un fondo limpio e inquieto. Y eso es algo que no se halla fácilmente. Eran sequía, desiertos. Nunca se ponían vidriosos. Nunca decían nada a nadie. Ni siquiera al bosque.

1 comentario:

Martina Romá dijo...

Una preciosa descripción de cuanto pueden transmitir unos ojos. Y de todo lo que se esconden tras ellos. Me gusta mucho el significado de la Nada , del bosque.
Escribes de una manera estupenda, de verdad.
Feliz semana