Las hormigas guerreras que un día lo conquistarán todo

Hay momentos en los que todos nos sentimos como hormigas, minúsculos. Sentimos que hasta la más diminuta piedra puede con nosotros y nos aplasta. Tenemos colgado en la frente un cartel que dice: Insignificante. Ese cartel es casi imperceptible para unos y para otros brilla como luces de neón. ¿Y qué haces cuando notas como otros se colocan su propio letrero, como se hunden en una mediocridad que no poseen? 
A veces quisieras decirles lo grandes que son. Que los rascacielos sentirían envidia y que si es verdad que son hormigas, son de las guerreras. Claro, aunque sería un poquito raro que hubiesen sufrido tal mutación genética como para ser hormigas más grandes que rascacielos y con capacidad de habla. Me callo. Sería genial poder decir todo esto, ayudar con unas cuantas palabras que no salen de tu boca por timidez. Sería genial ayudar, de vez en cuando. Y también sería genial escribirlo.
Puede que algún día me convierta en una hormiga guerrera, de esas que no se rinden. De esas, que ante los problemas, por colosales que sean, se dedican a correr a las tantas de la madrugada, a gritar a alguien que no escucha y a llorar y reír a la vez.

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