Cuerpos opacos

No sería la primera vez que nombráramos culpables de nuestras discrepancias a las estrellas, discutiendo sobre cuál de ellas brilla más. Tú o yo. No sería la primera vez que nos engañáramos, al fin y al cabo.
Y no. No sería como un desconocido que crees haber visto alguna vez en sueños, que capta tu interés. 

Nos repetimos, amorY pobres de nosotros, si alguna vez creímos ciertas nuestras quimeras.
Desafinamos, amor. Igual que siempre lo hemos hecho, aunque está claro que la rutina nos formó un tapón torpe e inane. 
Y sin embargo, ahora sí escucho los chirridos, que taladran y me dan escalofríos. 

¿Cómo no pudimos ver que juntos no éramos más que cuerpos opacos? 
Todo se volvió tétrico, macabro. O quizá sólo lo fuimos nosotros.

Por primera vez te confesaré que me dio miedo, y que me lo sigue dando. Me asusta el frío. Sí, ese del que no son culpables las estaciones. Ese que sentí cuando me di cuenta de que jamás fuimos estrellas.

2 comentarios:

- dijo...

Que desalentadora entrada, creo que es la primera vez que leo algo así viniendo de ti. ¿Sabes? Es algo muy absurdo, pero a veces tendemos a olvidarnos que todo el mundo siente y sufre, y por eso, cuando leemos (leo) a alguien aparentemente fuerte y alegre como tú, nunca podemos (puedo) imaginar que también de vez en cuando necesitan desatar todo lo que se guarda dentro.

A todo esto, siento mucho que sientas así. Es triste, pero supongo que inevitable. Por suerte, aunque en el momento parezca imposible, se puede salir de esa clase de pozos.

Un abrazo,
<3

Celia P. dijo...

Hace mucho tiempo que leí tu comentario. Pero, creo que hasta ahora no he podido encontrar las palabras adecuadas (si es que las hay) para agradecerte por haberte molestado en escribirme. A mí. Y la verdad, por si lo dudabas, me has alegrado muchísimo.
Gracias.