Tú y no tan tú

Un día de estos por no soportar ser tanto y tan poco voy a crecer de un tirón (ya que sea bueno o malo... Digamos que es inconexo, como lo de los escraches). Parece que estoy atascada en este feo limbo, donde empiezo a ser... A ser más superflua que los pañuelos aromatizados. Y a la vez esos señores grandes con bigote van percibiendo mi existencia poco a poco.
¡¡Dentro de año y pico una más de los cinco millones de parados!!
Espero que se haya discernido bien mi entusiasmo.
Y bueno, a lo que iba. Que ser nada empieza a ser aburrido -y eso que los que son algo parecen aún más cansados- y esperar eternidades se va haciendo latoso (no leproso, o quizá un poquito sí). Aunque, por lo menos, ser nada tiene algo de especial; y es que todos somos nada para un día dejar de serlo. Y me asusta pensar que dentro de poco -y mucho- dejaré de ser algo que un día fui.
Muchos piensan que son solo números. Y sí, claro que lo son. Pero son números finitos, pese a que a veces lo releguemos al olvido.
Pero al igual que esto, dejamos de ser quienes somos por multitud de razones -y así volvemos al tema de los escraches, que algunos piensan que son buenos y otros que no tanto- y más a menudo de lo que creemos. Ya que, con seguridad, cada día escuchamos algo nuevo; algo que puede que se convierta en una creencia o que nos importe un pepino.
Pero sí. Cada día dejas de ser tú, para ser un tú mejor, un tú más versado, un tú más alegre o un tú más tú de lo que has sido nunca.
¿Ves?
Esto ha empezado temiendo.
Y termina temiendo. Aunque un poquito menos.

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