Escribir

Pero no te preocupes, se me acaba pasando. Hasta vuelvo a hacerlo con más ganas que nunca.
Eso sí, nunca he sabido escribir historias. Solo soy capaz de agarrar un personaje y adentrarme en él. Describir sus miedos, sus pasiones, sus engaños, ignorando por completo su pasado, su presente y su futuro; sin conocer un ápice de su entorno y de su aspecto, de sus acciones o de su gesticulación. Solo me guío por sus posibles pensamientos, por las reflexiones que no ha contado nunca a nadie, por el modo en el que se quiebra su voz cuando su orgullo es vencido por la impotencia. Aunque no sé cuál es la causa o cuál será el desenlace. Pero, sin embargo, siento que en cierto modo conozco lo suficiente, que no me hace falta ni un detalle más para ser capaz de averiguar la pulsación de sus latidos, los motivos por los que se eriza su piel o las palabras que le hacen retroceder.
Y no hay nada en el mundo como esa sensación.

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