El reflejo

- A veces noto cómo los sentimientos se me escapan y no puedo hacer nada para agarrarlos, para retenerlos en mi mente. Sobre todo los que no logro a entender, los que me resultan imposibles de descifrar. Huyen, completos desconocidos. Y siento que llevo una vida malgastando oportunidades para conocerme a mí misma, para dar nombre a mis recuerdos. (Silencio) Perdón, esto es un poco estúpido, ¿verdad? Pero precisamente ahora, creo que estoy bastante cerca, que empiezo a entender algo... aunque me da miedo pensar que eso signifique que estoy dejando algo atrás, que estoy olvidando, ¿sabes? (Intenta hablar, pero las palabras no salen de su boca). No hace falta que digas nada, me basta con que estés aquí, mirándome. Creo que no hay nada mejor que ser escuchado, y sí, sé que tú piensas lo contrario, que lo tuyo es escuchar, pero no puedo evitar sentirme así, con una extraña calidez que me sacude de pies a cabeza cuando me doy cuenta de que mis palabras significan algo para alguien. ¿No te resulta raro oírme balbucear constantemente, mientras que tú solo asientes en silencio? (Sonríe) A mí ya no, estoy totalmente acostumbrada, te lo juro. (Concentra sus ojos en los suyos, y tras una eterna espera, suspira y contempla atentamente cómo sus manos arrancan la hierba, sin darse cuenta). Lo que quería decir, en realidad, es que me asusta la idea de olvidar cuáles son mis sentimientos en este momento. Que dentro de siete años, si es que nos recuerdo, aquí y ahora, no sepa qué rondaba por mi cabeza, qué sentía. Que vea mi cara y sea la de una extraña con la que no me identifico. Aunque, supongo que lo peor no sería eso. Lo que realmente me aterra es encontrarme con mi reflejo y no sentir nada... (Se miran de nuevo, pero esta vez llega a verse en sus ojos, sonriendo. De repente, percibe cómo el silencio se amolda y cambia de forma. Empieza a percatarse del sonido del viento en el césped y las ramas, de las voces de unos niños que juegan, a lo lejos, y del olor de los naranjos que se mecen a su alrededor. Se esconde el pelo detrás de las orejas y se deja caer sobre la hierba, casi acariciándola). ¿Sabes qué? En realidad, no importa. 

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