Muchos historiadores piensan que todo empieza con la frase "Pasad por aquí, en el mismo orden", también están los de mi quinta, que creen que más bien comienza con la siguiente: "NIIÑAAA, VETE A COMPRARME AL MERCADONA". Sí, estoy segura de que es esa.
Bueno, pues eso más un "Arreando que es gerundio" y ya estás de patitas en la calle, con tu lista de la compra y tres bolsicas en el bolsillo (que es que las mu' japutas cuestan dos céntimos y ese gasto no se lo puede permitir una madre). Aunque los menos afortunados tienen que cargar con un carrito de Dora La Exploradora.
Omitiendo los detalles de cómo llegaste a la puerta (hagamos un corte sutil, como en las pelis coreanas de bajo presupuesto), ya estás en la tienda. Revisas la lista, mientras cantas en tu cabeza "Meeeeeeeeercadona, Meeeeeeeercadona" y suena alguna que otra canción antigua de La Oreja de Van Gogh (que seamos realistas, solo salen en los supermercados, las pobrecicas). Cuando ya te has recorrido los tres mil pasillos y vas cargado de lo que comenzó siendo "tráeme tres barras de pan", hasta "el caldo de pollo Gallina Blanca; sí, el que está al lado del tomate, gilipollas", llegas a la cola. Aunque con la gente que hay ya podría ser la cola del INEM, igualita.
Mientras llevas como cinco minutos esperando, tres viejas con cara de "Hija, tengo más cosas que tú y puede que te insinúe que tengo prisa o que me duele la pelvis para que me dejes pasar, pero si tú estuvieras detrás de mí con un solo puto paquete de chicles no te colaba, zorra" se han colocado detrás de ti.
Tres gruñidos de vieja después, ocurre el milagro. Una cajera vuelve de tomarse el cafelito de las ocho de la tarde y dice: "Pasad por aquí, en el mismo orden".
Analicemos esa frase detenidamente: "Pasad por aquí, en el mismo orden". No sé por qué, pero algo falla en la oración. O "mismo orden" significa "orden contrario", o las viejecitas no tienen enchufado el sonotone. Ya que, misteriosamente miran a los lados y se encaminan sigilosas hacia la caja, y tú piensas: "mismo orden... Mismo orden... Qué raro."
Entonces ves como la anciana con la pelusa (porque está claro que lo que tiene en la cabeza no es pelo) más cardada, llamémosla Eustaquia, te mira con superioridad. Desafiante.
En ese preciso momento, una lágrima de tus ojos cae junto al peso de la derrota sobre los hombros. Un jubilado se ha marcado un #FuckThePolice.
En ese preciso momento, te replanteas tu vida.