lately i’ve been having the weirdest dreams
well
they’re actually not that weird
they just seem so vivid
so real
it’s hard to wake up and think there’s something else
first
i always see my face
my eyes
my mouth
or at least
i think they’re mine
i think it’s me
and then it’d be the nose
the hair, the hands, the heart
that can’t help but change
into someone else’s
i don’t really know
it seems my defenses
are always off
and open to other’s arms
they don’t know me at all
or who knows?
maybe they do
and they love the look in my face
when it’s full of regret
when it fades away
like the smoke of a cigarette
that it’s never mine
lately i’ve been having the weirdest dreams
well
they’re actually not that weird
they just stick in my head
as they cling me to bed
and i can’t help but feel
i won’t know the person that smiles to the mirror
Mostrando entradas con la etiqueta Sueños. Mostrar todas las entradas
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we
i used to look at you
you were so tiny
and knew so little
i still can reach you
in the blink of an eye
i'll see you under the blankets
after so many nights
counting back from one hundred
and talking to god
now your hair's longer
always dreaming about college
the world's about to grow
but you're still so tiny
and know still so little
you've started looking back
i just wonder if you're tired
if you've finally learned something
are you seeing through me now?
you were so tiny
and knew so little
i still can reach you
in the blink of an eye
i'll see you under the blankets
after so many nights
counting back from one hundred
and talking to god
now your hair's longer
always dreaming about college
the world's about to grow
but you're still so tiny
and know still so little
you've started looking back
i just wonder if you're tired
if you've finally learned something
are you seeing through me now?
Palabras y palabras y palabras y palabras y
Es ridículo. Tan ridículo que ya ni da pena. Tan ridículo que solo queda
sonreír. Y es absurdo es absurdo es absurdo que suene el teléfono y que escuche
esa voz y que no pase nada. Que es esa voz y son palabras y palabras y palabras
y palabras y mentiras.
Que una parte de mí lo busque, sin querer.
Y esa parte, pobre parte, perdida parte, pequeña parte, no es tan
pobre, ni perdida, ni pequeña. Esa parte descuelga, escucha y responde.
Es absurdo. Tan absurdo que no ve. Tan absurdo que ni se atreve a
escupirme en el espejo. Y es ridículo es ridículo es ridículo que te grite y no te grite y que no escuches. Que sea mi voz y sean palabras y palabras y
palabras y palabras y mentiras.
Que una parte de mí lo encuentre, y quiera.
Y es ridículo. Tan ridículo que lo escriba, cuando ni siquiera es real.
Ahoj
Es como tener dos piezas de distinta forma entre las manos.
Puedes tocarlas.
Puedes verlas.
Pero no sabes de qué color son y qué formas siguen. Si se curvan en las aristas, si se entrelazan en los extremos, si los bordes se clavan.
Es como salir de la habitación solo con el pie izquierdo.
Empiezas a oler a nuevo.
El aire viciado te golpea en la nuca.
Pero no puedes cerrar del todo la puerta. Y la luz de la habitación se extiende hacia el pasillo. Hasta todo lo que alcanza tu vista.
Es como soñar en un idioma que no conoces.
Las palabras nacen de tu boca.
Y tu propia fluidez te paraliza.
Pero desde el principio era tu propia lengua. Y descubres que en realidad no sabes nada.
Puedes tocarlas.
Puedes verlas.
Pero no sabes de qué color son y qué formas siguen. Si se curvan en las aristas, si se entrelazan en los extremos, si los bordes se clavan.
Es como salir de la habitación solo con el pie izquierdo.
Empiezas a oler a nuevo.
El aire viciado te golpea en la nuca.
Pero no puedes cerrar del todo la puerta. Y la luz de la habitación se extiende hacia el pasillo. Hasta todo lo que alcanza tu vista.
Es como soñar en un idioma que no conoces.
Las palabras nacen de tu boca.
Y tu propia fluidez te paraliza.
Pero desde el principio era tu propia lengua. Y descubres que en realidad no sabes nada.
Todo lo que has creado no significa nada.
La voz
De la realidad ajena, en el vacío,
Veo, sin quererlo, una luz yerma
Y, cegada por su brillo,
Escondo mi figura incierta.
Y tras esa manta helada, finjo dormir,
Con la mirada apagada y los labios entreabiertos;
Y sonrío en el sueño y en la verdad me enciendo,
Y susurro canciones que las mantas silencian;
Y los sonidos, a veces, se van tras el viento,
Y por seguir su recorrido la salida se sella.
Pero el recuerdo palpita, y de la noche discierno:
Veo, sin quererlo, una luz yerma
Y, cegada por su brillo,
Escondo mi figura incierta.
Y tras esa manta helada, finjo dormir,
Con la mirada apagada y los labios entreabiertos;
Y sonrío en el sueño y en la verdad me enciendo,
Y susurro canciones que las mantas silencian;
Y los sonidos, a veces, se van tras el viento,
Y por seguir su recorrido la salida se sella.
Pero el recuerdo palpita, y de la noche discierno:
«Llegan más lejos las palabras de los que saben cuándo cerrar los ojos».
loeresloeresloeresloeresloeres
Siento que hay algo dentro de mí. Algo que es inquieto, impredecible. Algo que es mejor de lo que jamás tendré. Pero es imposible de alcanzar y si, por casualidad, siento que estoy a punto de rozarlo, la posibilidad de que sea intangible y pase a través de mis dedos me aterroriza y paraliza. Me deja inmóvil, incapaz de efectuar otro movimiento que no sea el propio temblor de mis manos. Y permanezco en este trance por más tiempo del que puedo imaginar. A veces dudo de si es un sueño o no. Y a pesar de ello, creo que es lo más intenso y real que he sentido nunca. Siempre que vuelvo en mí, mi labio inferior está marcado por mis dientes y la boca me sabe a sangre. Pero no siento dolor alguno, solo ganas de mirarme en el espejo mientras acaricio las grietas de mis labios con las yemas de los dedos. Me gusta mirarme en el espejo. Mirarme tanto tiempo que olvide la sensación de encontrarme con mi propio reflejo y me confunda con otra persona. Es entonces cuando puedo percibir mis facciones como si fueran las de un desconocido y juzgarlas honestamente. Así noto cosas de mí mismo que era incapaz de sentir antes, como el patrón que siguen las fibras del iris más cercanas a mi pupila o la forma en la que se arquea mi comisura al sonreír. Cuando me doy cuenta de lo genuino del momento, no puedo evitar que se erice mi piel. Y me siento tan extraño, tan lejano de mi cuerpo, que me aterra la idea de no poder volver a él nunca, de alejarme tanto que me sea imposible considerarlo parte de mí de nuevo. De quedarme perdido en el aire, como si fuera una hoja caduca que vuela sin rumbo hasta que aterriza en el suelo y es aplastada por las pisadas de un extraño que no percibe su vacío. En ocasiones me paro a pensar en lo triste que sería para un árbol no escuchar el sonido que producen sus ramas al ser sacudidas por el viento o el canto de los pájaros que descansan en su copa. Es muy triste que no sienta los ojos de quienes lo miran con nostalgia... Y mientras pienso en esto, un día ha pasado y otro, y otro más. Y sin embargo, realmente no ha sucedido nada. Nada ha cambiado a mi alrededor. El fuego sigue quemando y el agua todavía calma mi sed. Pero algo dentro de mí me hace sentir que cada pequeño detalle del mundo es totalmente diferente a como solía ser ayer. Jamás miraré algo con los mismos ojos con los que lo estoy mirando ahora. Y todo sucede tan lento, y a la vez tan deprisa, que me entra vértigo de pensar en cuál de las dos opciones es correcta. En cuál es mejor elección. Y la sola idea de que tenga que renunciar a una sola de ellas me paraliza. El tiempo es algo que siempre me ha obsesionado. A veces me odio a mí mismo por ser incapaz de prestar atención a lo más cercano a mí, a lo más obvio de percibir, como desconocer si la persona que tengo enfrente está sonriendo o llorando de impotencia, y no obstante me pierda a mí mismo entre el olor del césped recién cortado cuando llueve o en el tacto de mis labios agrietados. Y me da miedo que se crean que me son indiferentes, que sus palabras no me resultan fascinantes. Te juro que lo son. Te juro que lo eres.
Interrogación
Le aturde el silencio rotundo que sale de su boca
el impulso eléctrico del impertérrito
el torrente de ideas que mueren al nacer
el reflejo de las gotas vaporosas
el tacto dulce de temblores quietos
el falso candor de quien no tiene miedo
la sombra nocturna que despliegan las alas
el sinsentido de unas palabras que desaparecerán
el impulso eléctrico del impertérrito
el torrente de ideas que mueren al nacer
el reflejo de las gotas vaporosas
el tacto dulce de temblores quietos
el falso candor de quien no tiene miedo
la sombra nocturna que despliegan las alas
el sinsentido de unas palabras que desaparecerán
Ser parte de algo que sí existe
En los sueños en los que es un personaje más, conforme la historia avanza, su rostro se deforma poco a poco. Al principio es capaz de reconocer a la perfección sus uñas, su pelo, sus labios y su nariz, pero luego todos sus rasgos se amoldan a los de otro. Y, a pesar de ello, algo en su interior sabe que es ese personaje desconocido.
A veces se pregunta por qué. ¿Qué razones se ocultan detrás?
¿Se divierte ante la idea de ser otro, o solo por dejar de ser uno mismo?
¿Anhela, sin saberlo, perderse a sí mismo entre cuerpos más definidos, más esbeltos?
¿Entre sonrisas que no estén torcidas, entre unas manos que no tiemblen si nadie las sujeta?
¿Acaso quiere desaparecer?
¿Y no serán esos cuerpos, que no pertenecen a nadie, los que desean ser abrazados, ser parte de algo que sí existe, que sí tiene fondo?
A veces se pregunta por qué. ¿Qué razones se ocultan detrás?
¿Se divierte ante la idea de ser otro, o solo por dejar de ser uno mismo?
¿Anhela, sin saberlo, perderse a sí mismo entre cuerpos más definidos, más esbeltos?
¿Entre sonrisas que no estén torcidas, entre unas manos que no tiemblen si nadie las sujeta?
¿Acaso quiere desaparecer?
¿Y no serán esos cuerpos, que no pertenecen a nadie, los que desean ser abrazados, ser parte de algo que sí existe, que sí tiene fondo?
La flor de tu piel
Se despertó sobresaltada, acongojada de repente por la crueldad que bailaba en sus pesadillas. En sus sueños, una lágrima salpicaba una pupila sin brillo, marchita en unos ojos ciegos. Nacían estrellas opacas, atadas a un cielo mortecino. La agarraban manos sin pulso, prisioneras de carne fría y azul. Y la oscuridad no tenía límites; engullía las últimas palabras, los primeros besos, las lunas llenas, los cometas de agosto, las crisálidas y los ríos cristalinos.
Y su corazón, impasible.
Y su corazón, impasible.
Cascadas de mirar
Eran nubes de fuego, mares de espuma, tormentas de estrellas, incendios de plata y cielos de luz.
Eran jazmines violetas, puertos oscuros, arena húmeda y brumas
vacías.
Eran jazmines violetas, puertos oscuros, arena húmeda y brumas
vacías.
Eran violencia pura, despertar quieto y sueño olvidado.
Eran súplicas sin voz y melodías sin final.
Eran cascadas de mirar.
Eran.
Su vida
es la de un pájaro
en una caja gris
con un agujero
por el que ve el mundo
un pequeño pájaro
de horizontes gastados
y paraísos perdidos
soledad
junto a ventana cerrada
pobres ojos negros
que nunca sabrán
lo que es la brisa
desgarra que ni las palabras
sean bálsamo y consuelo
olvida
pequeño pájaro
y ancla tus alas
en el mundo de los sueños
en una caja gris
con un agujero
por el que ve el mundo
un pequeño pájaro
de horizontes gastados
y paraísos perdidos
soledad
junto a ventana cerrada
pobres ojos negros
que nunca sabrán
lo que es la brisa
desgarra que ni las palabras
sean bálsamo y consuelo
olvida
pequeño pájaro
y ancla tus alas
en el mundo de los sueños
Gracias
Gran parte de lo que escribo nace de ti, de tu voz, de tu acento, de tu color. Pero luego se expande, gira, se transforma y se mezcla con mil sentimientos de los que solo he oído murmurar en sueños, de los que nunca me he atrevido a hablar. O a escribir, hasta el momento oportuno. Hasta que ni yo misma puedo resistir el impulso de deshacer cada pedacito de mí en palabras escritas, hasta que el no desdibujarme sobre un folio en blanco me llevaría a la locura, a mi perdición. Y es que a mis quimeras solo les gusta ahogarse entre letras y música, entre pura química y silencios. Entre la brisa, que cada día noto más gracias a ti.
Realidad onírica
Me conmueve evocar los recuerdos de orígenes remotos. Tan remotos que la reminiscencia es borrosa y nubla, casi nula. Tan remotos que suscitan los celos de las antípodas. Tan remotos que sólo consigo evocar retazos inconexos. Y sin embargo, son los que siento más adentro, cobijos de mis entretelas. Sin embargo, son los que logran desdibujarme con más nitidez e intensidad. Y el contorno de mi sombra huye del papel y se desfigura en el aire, manchado por los colores del viento. Mezclado con imágenes de sueños tan reales como mi propio reflejo.
La música del mundo
- No es que no me guste la música, ¿sabes? (Pausa). Anda, empújame un rato. (Él se levanta a regañadientes y empieza a mecer el columpio). No es que no me haya parado a escuchar todos tus discos de Oasis, porque sí lo he hecho, y lo sabes. Sólo que... no sé. Tal vez tú y yo no tengamos el mismo concepto de la música. Tal vez no haya nadie que entienda la música como lo haces tú o como lo hago yo. Sería bonito, ¿no crees? (Él hace el amago de contestar, pero ella le interrumpe). Sí, ya, si todos fuéramos diferentes acabaríamos siendo iguales, lo sé. Yo siempre he encontrado belleza en el silencio... ¿Qué? No me mires así, ¡sé lo que estás pensando! Pero déjame hablar, ¿vale? Siempre me han llamado la atención los susurros y los murmullos de fondo, los crujidos y el rumor del viento... los sonidos sin un motivo concreto. Aunque quizá haya un porqué detrás de cada sonido que escuchamos. Imagínate, ¡todas y cada una de las palabras dichas y por decir formando parte del guión de algún borracho! ¿Crees en el destino? (Niega). Yo tampoco, son cosas de abuelas. Seguro que pensabas que era una de esas niñas cursis a las que les encantan esas estupideces. Y bueno, no te digo que no haya soñado con ello alguna vez... Pero me resulta tan absurda la idea de que cada nota del canto de cada pájaro esté anotada en el pentagrama de un ser omnisciente... Simplemente, no me lo puedo creer.
- Y entonces, ¿en qué crees? (Le lleva el dedo índice a los labios. Silencio).
- ¿Lo oyes? (Asiente). Es la música del mundo.
Amor ciego
Y tú no puedes ver la música.
Son sólo instrumentos
pero los demás saben su forma
y después bailan.
Y tú no puedes ver el baile.
Son sólo cuatro pasos
pero los demás se abrazan
y después se besan.
Y tú no puedes ver los besos.
Son sólo cariño
y saliva
y a veces amor.
Y tú
que no puedes verlos
¿con qué soñarás esta noche?
Nos conocíamos demasiado bien
Estaba sentada en la azotea de un piso de trece plantas, dándome la espalda. Sus piernas se balanceaban en el aire, cruzadas entre sí y formando innumerables curvas que se prolongaban conforme yo elevaba mi mirada y capturaba un centímetro más de su piel -creo que hasta ese momento no me había fijado en que podría haber tantas curvas seguidas en un mismo cuerpo-. El pelo azabache, lleno de enredos, apenas le llegaba a los hombros.
Yo me mantenía alejado, sin fuerzas para irrumpir en su mundo; quizá deslumbrado por él; lo más seguro que acobardado.
Me di cuenta de que era real cuando la vi moverse, colocando sus brazos hacía atrás y apoyando las palmas en el frío suelo. Y es que ella me resultaba tan intangible y su existencia tan absurda e improbable...
Parecía que estaba tomando el sol; un sol que no existía, ocultado por las densas nubes de febrero. Al rato giró la cabeza, permitiéndome observar su rostro por primera vez. Sus dientes rectos descansaban en su labio inferior, mordisqueado. El labio superior era una semicircunferencia casi perfecta, y digo casi porque su comisura derecha se arqueaba ligeramente hacia el lado, dándole un aire un tanto sarcástico. La nariz era finísima y de unos exactos cuarenta y cinco grados. Sus ojos inmensos del color de la absenta más impura miraban a cualquier lado. A cualquiera menos a mí. Se perdían más lejos de lo que nadie se ha perdido nunca, vagando en el más remoto de los mundos -y en el más deseado-. Me pregunté qué habrían visto esos ojos... Y como si fuéramos dos extraños que se conocen muy bien, supe que nada que mereciera la pena. Nada que la hiciera querer quedarse conmigo.
Entonces saltó.
A veces aparece en mis sueños. La veo balanceando sus piernas en el aire. Corro hacia ella desesperado y, cuando estoy apunto de agarrarla, salta antes de que llegue a rozarla.
Pero esta vez vuela, lejos, muy lejos. Porque no pertenece a este mundo.
Yo me mantenía alejado, sin fuerzas para irrumpir en su mundo; quizá deslumbrado por él; lo más seguro que acobardado.
Me di cuenta de que era real cuando la vi moverse, colocando sus brazos hacía atrás y apoyando las palmas en el frío suelo. Y es que ella me resultaba tan intangible y su existencia tan absurda e improbable...
Parecía que estaba tomando el sol; un sol que no existía, ocultado por las densas nubes de febrero. Al rato giró la cabeza, permitiéndome observar su rostro por primera vez. Sus dientes rectos descansaban en su labio inferior, mordisqueado. El labio superior era una semicircunferencia casi perfecta, y digo casi porque su comisura derecha se arqueaba ligeramente hacia el lado, dándole un aire un tanto sarcástico. La nariz era finísima y de unos exactos cuarenta y cinco grados. Sus ojos inmensos del color de la absenta más impura miraban a cualquier lado. A cualquiera menos a mí. Se perdían más lejos de lo que nadie se ha perdido nunca, vagando en el más remoto de los mundos -y en el más deseado-. Me pregunté qué habrían visto esos ojos... Y como si fuéramos dos extraños que se conocen muy bien, supe que nada que mereciera la pena. Nada que la hiciera querer quedarse conmigo.
Entonces saltó.
A veces aparece en mis sueños. La veo balanceando sus piernas en el aire. Corro hacia ella desesperado y, cuando estoy apunto de agarrarla, salta antes de que llegue a rozarla.
Pero esta vez vuela, lejos, muy lejos. Porque no pertenece a este mundo.
Siendo tan eterno este momento...
A veces mi vida es como una película de ficción que ni yo misma soy capaz de creer. ¿A veces? Ilusa. A veces rebusco y enredo mil pensamientos que no existen, que jamás se han formulado. ¿A veces? Estúpida. A veces sueño con abrazos y gestos de personas que no han llegado, que no llegarán. ¿A veces? Ingenua. Y a veces me siento entumecida al despertar y comprobar que nada ha sucedido, que todo sigue igual que como lo dejé antes de adentrarme en mis sueños. ¿A veces? Patética.
Y ya van tantas, tantas veces... que me aterra pensar en cómo será la siguiente.
Pero, en otras ocasiones sí que llegan los gestos y las risas, sí que bailamos con más ritmo que el mejor batería (o con menos que el corazón más arrítmico). Esperamos y hacemos esperar al amor, nos quemamos por él y celebramos. ¿Celebrar qué? Cualquier cosa, cualquiera que me sirva de pretexto para bailar a vuestro lado.
Pero, en otras ocasiones sí que llegan los gestos y las risas, sí que bailamos con más ritmo que el mejor batería (o con menos que el corazón más arrítmico). Esperamos y hacemos esperar al amor, nos quemamos por él y celebramos. ¿Celebrar qué? Cualquier cosa, cualquiera que me sirva de pretexto para bailar a vuestro lado.
Sueños
Recuerda su sueño perfectamente. No. No lo recuerda. O sí. No lo sabe. Recuerda palabras que hablaban por sí solas. Que se le clavaban en el costado, pero sin dejar cicatrices. Y ahora, despierto, se roza con las yemas de los dedos los agujeros que nunca existieron; como cuando de niño paseas tu lengua por el hueco de un diente que se te ha caído. Y entre sollozos: "¿No es extraño echar de menos algo que nunca se ha tenido?"
Recovecos
A veces nos enredamos tanto para tocar corazones que olvidamos que los temas más sencillos suelen ser los que más sentimos. Podríamos simplemente hablar de nuestras quimeras; describirlas en palabras, sin recodos ni reservas. Podríamos comentar historias que nunca tuvimos, que nunca lloramos. Y balbucear sobre cuánto las soñamos.
Tú, que me describiste tantos sueños.
- Todos necesitamos ser rescatados alguna vez, incluso tú, que te aferras a esos conceptos que me suenan tan lejanos, que resultas impasible. Que ni sientes, ni padeces. Que resuelves rompecabezas. Que olvidas. Que me recuerdas. Incluso tú, que siempre fuiste el que me contaba cuentos, que despertaste en mí tantas cosas...
Y ahora... cada día estás más entre las nubes.
Tú, que vives en más mundos de los que están escritos, que nunca has sido de 'ojalá que no hubiera...'. Incluso tú, cuyos susurros llegan más lejos que cualquier grito, cuyo silencio hiere más que cualquier corte.
Y yo, aunque mi armadura siempre brillará menos, aunque mis historias no tendrán tantos matices... A pesar de que me sigue(s) dando el mismo vértigo; esta vez quiero ser yo la que te haga despertar. - Y te abracé... te abracé tan fuerte para que fueras a donde fueras, siempre soñaras conmigo.
Y ahora... cada día estás más entre las nubes.
Tú, que vives en más mundos de los que están escritos, que nunca has sido de 'ojalá que no hubiera...'. Incluso tú, cuyos susurros llegan más lejos que cualquier grito, cuyo silencio hiere más que cualquier corte.
Y yo, aunque mi armadura siempre brillará menos, aunque mis historias no tendrán tantos matices... A pesar de que me sigue
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