Das Deutschbuch

Llevaba puestos los cascos y el volumen de la música superaba al del mundo. Era como mirar el mismo fotograma una y otra vez. Y empezó a debatirse entre asignar un instrumento a cada objeto inmóvil de la habitación o cerrar los ojos y que, así, comenzarán a moverse a su compás.

Consideró estúpido a cualquiera que, en su situación, no sucumbiera a la tentación de imaginarse al libro de alemán tocando la batería.

No significa no. Pero, ¿y todo lo demás?

No caben dentro de mí todos mis celos. La intensidad con la que mis manos tiemblan cuando os veo.

Y no puedo ni formular imágenes en mi cabeza de cómo se debe sentir ser tan poderoso. Tan firme.



Y si pudiera al menos rozar esas palabras con mi boca...

O en mis ojos.


Sé que no es no.


No es no.


¿Y si...?


 ¿Y sí?