Es ridículo. Tan ridículo que ya ni da pena. Tan ridículo que solo queda
sonreír. Y es absurdo es absurdo es absurdo que suene el teléfono y que escuche
esa voz y que no pase nada. Que es esa voz y son palabras y palabras y palabras
y palabras y mentiras.
Que una parte de mí lo busque, sin querer.
Y esa parte, pobre parte, perdida parte, pequeña parte, no es tan
pobre, ni perdida, ni pequeña. Esa parte descuelga, escucha y responde.
Es absurdo. Tan absurdo que no ve. Tan absurdo que ni se atreve a
escupirme en el espejo. Y es ridículo es ridículo es ridículo que te grite y no te grite y que no escuches. Que sea mi voz y sean palabras y palabras y
palabras y palabras y mentiras.
Que una parte de mí lo encuentre, y quiera.
Y es ridículo. Tan ridículo que lo escriba, cuando ni siquiera es real.