Esto es una frase. Al menos, eso creo. Y esta es otra. La temperatura me está oxidando. ¿Has visto esa? No tiene nada que ver con la anterior. Pero a veces pasa. Ahora se me ha ocurrido que voy a escribir una un poco más larga, que no quiero que se escape el ritmo. En este momento estoy escuchando la misma canción, una y otra vez, en ciclo, ¿sabes? I'm afraid of the things in my brain. No hace falta que vaya ni entre comillas, ni en cursiva; se sabe que es un verso que acabo de escuchar. Y sí, ¿te puedes creer que estaba en otro idioma? A veces pasa. De hecho, el título está en otro también. Es una palabra que aprendí ayer, en un texto de Goethe. Me gusta bastante, es bonita. Bueno, la verdad es que no sé si estás pillando lo que estoy intentando hacer hoy. De todas formas, como estoy muy sincera, te lo voy a contar: es justamente todo lo contrario a lo que hago siempre. Me apetecía mandar un poco a la mierda a la ambigüedad. Y de verdad que lo estoy intentando, pero a veces se me escapa. ¿O acaso crees que es pura sinceridad todo lo que hay detrás? Vaya, lo he vuelto a hacer. Como recompensa, te voy a confesar que al principio he escrito "mierda", pero me parecía excesivo. Tengo clase dentro de poco. Y aunque me apetece seguir haciendo un rato el gilipollas, tengo que prepararme. ¿Sientes que has perdido el tiempo?
Yo también.
O no...
Mierda.
El reflejo
- A veces noto cómo los sentimientos se me escapan y no puedo hacer nada para agarrarlos, para retenerlos en mi mente. Sobre todo los que no logro a entender, los que me resultan imposibles de descifrar. Huyen, completos desconocidos. Y siento que llevo una vida malgastando oportunidades para conocerme a mí misma, para dar nombre a mis recuerdos. (Silencio) Perdón, esto es un poco estúpido, ¿verdad? Pero precisamente ahora, creo que estoy bastante cerca, que empiezo a entender algo... aunque me da miedo pensar que eso signifique que estoy dejando algo atrás, que estoy olvidando, ¿sabes? (Intenta hablar, pero las palabras no salen de su boca). No hace falta que digas nada, me basta con que estés aquí, mirándome. Creo que no hay nada mejor que ser escuchado, y sí, sé que tú piensas lo contrario, que lo tuyo es escuchar, pero no puedo evitar sentirme así, con una extraña calidez que me sacude de pies a cabeza cuando me doy cuenta de que mis palabras significan algo para alguien. ¿No te resulta raro oírme balbucear constantemente, mientras que tú solo asientes en silencio? (Sonríe) A mí ya no, estoy totalmente acostumbrada, te lo juro. (Concentra sus ojos en los suyos, y tras una eterna espera, suspira y contempla atentamente cómo sus manos arrancan la hierba, sin darse cuenta). Lo que quería decir, en realidad, es que me asusta la idea de olvidar cuáles son mis sentimientos en este momento. Que dentro de siete años, si es que nos recuerdo, aquí y ahora, no sepa qué rondaba por mi cabeza, qué sentía. Que vea mi cara y sea la de una extraña con la que no me identifico. Aunque, supongo que lo peor no sería eso. Lo que realmente me aterra es encontrarme con mi reflejo y no sentir nada... (Se miran de nuevo, pero esta vez llega a verse en sus ojos, sonriendo. De repente, percibe cómo el silencio se amolda y cambia de forma. Empieza a percatarse del sonido del viento en el césped y las ramas, de las voces de unos niños que juegan, a lo lejos, y del olor de los naranjos que se mecen a su alrededor. Se esconde el pelo detrás de las orejas y se deja caer sobre la hierba, casi acariciándola). ¿Sabes qué? En realidad, no importa.
America
Creo que lo que tenemos tú y yo es lo más complejo que he sentido nunca.
Y lo más sencillo.
A veces pienso que se construye totalmente solo. Es como ver cómo se hilan los extremos de una trenza, una y otra vez, sin parar.
Es de los pocos mecanismos que, a pesar de no entender, no podrían resultarme más transparentes. Y si es que alguna vez se empañan, solo habría que rozarlos para recobrar su nitidez.
Solo cuando me doy cuenta de lo que tenemos, es cuando la escena se detiene y la canción que, hasta entonces, era imperceptible, suena más fuerte. Es lo único que puedo escuchar.
¿Sabrás, si quiera, que estoy hablando de ti?
Y lo más sencillo.
A veces pienso que se construye totalmente solo. Es como ver cómo se hilan los extremos de una trenza, una y otra vez, sin parar.
Es de los pocos mecanismos que, a pesar de no entender, no podrían resultarme más transparentes. Y si es que alguna vez se empañan, solo habría que rozarlos para recobrar su nitidez.
Solo cuando me doy cuenta de lo que tenemos, es cuando la escena se detiene y la canción que, hasta entonces, era imperceptible, suena más fuerte. Es lo único que puedo escuchar.
¿Sabrás, si quiera, que estoy hablando de ti?
Ahoj
Es como tener dos piezas de distinta forma entre las manos.
Puedes tocarlas.
Puedes verlas.
Pero no sabes de qué color son y qué formas siguen. Si se curvan en las aristas, si se entrelazan en los extremos, si los bordes se clavan.
Es como salir de la habitación solo con el pie izquierdo.
Empiezas a oler a nuevo.
El aire viciado te golpea en la nuca.
Pero no puedes cerrar del todo la puerta. Y la luz de la habitación se extiende hacia el pasillo. Hasta todo lo que alcanza tu vista.
Es como soñar en un idioma que no conoces.
Las palabras nacen de tu boca.
Y tu propia fluidez te paraliza.
Pero desde el principio era tu propia lengua. Y descubres que en realidad no sabes nada.
Puedes tocarlas.
Puedes verlas.
Pero no sabes de qué color son y qué formas siguen. Si se curvan en las aristas, si se entrelazan en los extremos, si los bordes se clavan.
Es como salir de la habitación solo con el pie izquierdo.
Empiezas a oler a nuevo.
El aire viciado te golpea en la nuca.
Pero no puedes cerrar del todo la puerta. Y la luz de la habitación se extiende hacia el pasillo. Hasta todo lo que alcanza tu vista.
Es como soñar en un idioma que no conoces.
Las palabras nacen de tu boca.
Y tu propia fluidez te paraliza.
Pero desde el principio era tu propia lengua. Y descubres que en realidad no sabes nada.
Todo lo que has creado no significa nada.
11-11-15 (o por qué dejé de escribir)
La verdad es que siempre supe que era un cobarde, pero, no
sé. También es cierto que siempre esperé que fuera mentira. Que me estaba
engañando a mí mismo, como tantas otras veces he hecho. Y, por primera vez, no
me equivocaba. Y sigo esperando a que,
tal vez, de todas formas, encuentre esa valentía que me hará capaz de despegar
mis labios que rehúsan de mostrar mis pensamientos. Si es que ellos, primero,
se encuentran a sí mismos.
Ojalá huyeran de repente, sin dejar ningún rastro de su
presencia en mi mente, y olvidara que alguna vez, aunque no supiera sus
nombres, estuvieron allí, dejando atrás ese torbellino sin sentido que me
arrastra en mis pisadas.
Y hace tanto tiempo que no les dedico ni un minuto, ni un
segundo... que me he olvidado de sus caras. Porque sé que antes sí podía
dibujarlas con los ojos cerrados... y ahora son solo un borrón casi
imperceptible, que, espero, algún día se vuelva nítido.
Y quizá, para ti, no
tenga ningún sentido. Pero sí que lo hay, créeme. Si no lo hubiera... ¿por qué
seguiría palpitando mi corazón? ¿Qué me quedaría dentro?
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