Creo que lo que más odio en el mundo son las cejillas.
Son incómodas y hacen que te duelan los dedos.
¡Son difíciles! Y además... Eh... No me gustan, ¿vale? Pero si tocas la guitarra tarde o temprano aprendes a hacerlas. Como muchas otras cosas que en el pasado resultaban imposibles y hoy no son más que un reflejo innato, como respirar. Y... creo que eso es bonito.
Una historia de una alfalfa
Gracias a mi nuevo aparatico de Búsqueda (en la columnita de la derecha, básicamente porque no hay otra) me he dado cuenta de que nunca he usado palabras como 'feo', 'alfalfa', 'brócoli' o 'maraca' y creo que tengo que subsanar ese olvido. Y ya está, solo vengo aquí por eso.
Ale, ahí os quedáis (o no).
28/09/13 - Siento comunicar a mis lectores que ya no hay gadget de búsqueda. Pero fue bonito mientras duró.
Ale, ahí os quedáis (o no).
28/09/13 - Siento comunicar a mis lectores que ya no hay gadget de búsqueda. Pero fue bonito mientras duró.
Blackbird
El día (o más bien la noche) que sueñas con una persona por primera vez la densidad del viento cambia. Se siente aún más ligero, más liviano. Sólo notas como un soplo cálido te acaricia las mejillas.
Se podría decir que, a partir de ese sueño, algo pequeño (aunque no se puede medir con un metro) sube como un pájaro en pleno despegue (o aterriza en picado). Supongo que depende del pájaro y del tamaño de sus alas. O tal vez lo que importe sean sus ganas de volar. Quizá sea un águila que planee a centenares de metros sobre la tierra o un mirlo a ras de suelo que bata las pequeñas y oscuras alas despacio, muy despacio.
Pero, ¿sabes qué? A pesar de su oscuridad y fragilidad, de la ligera brisa que causa su vuelo... el canto del mirlo es de los más bonitos del mundo.
Se podría decir que, a partir de ese sueño, algo pequeño (aunque no se puede medir con un metro) sube como un pájaro en pleno despegue (o aterriza en picado). Supongo que depende del pájaro y del tamaño de sus alas. O tal vez lo que importe sean sus ganas de volar. Quizá sea un águila que planee a centenares de metros sobre la tierra o un mirlo a ras de suelo que bata las pequeñas y oscuras alas despacio, muy despacio.
Pero, ¿sabes qué? A pesar de su oscuridad y fragilidad, de la ligera brisa que causa su vuelo... el canto del mirlo es de los más bonitos del mundo.
Y a mí nunca me ha dado miedo ir despacio, muy despacio...
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