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the words slur
the words slur
the words slur
the words slur
the words slur
thewordss lurr
thewordsslrllr
likemusicnotes
i munched and gulped down
and i suddenly was ten
drooling, laughing, thriving
seeing the room as the planet
up in my spaceship 
the doors ate me up
and bathed me 
with colours
i’d never seen before

what do you mean this happened to me?

no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no, y tus labios se despegan, sin quererlo, sí.

Y las veces que dijiste no desaparecen. Tienen que hacerlo.

no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no y el eco de esas voces y el tono de esas voces y qué dicen esas voces joder y esas voces, sí.


Y ríete, corazón. Es lo único que puedes hacer con tu voz.

Mamá

Siempre me dije que yo lo habría hecho diferente, que duele no saber. Me prometí ser paciente, escuchar las pequeñas cosas que la harán sonreír, que la moldearán poco a poco. Y ahora, a veces suspiro, temblando por la idea de que se nuble su vista, de que callen su voz. Y me recuerdo y nos recuerdo y no sé nada.
Me escondía, y me encontrabas, y ahora no sé dónde estoy y tú tampoco. Y yo solo quiero que me encuentres bajo las mantas los sábados por la mañana. Que me mires y me veas y sepas, sin saber.
Y nos sentamos, durante horas y creo que ya casi ya casi ya casi ya casi ya casi.
Otras veces me llamas y te siento y tu voz y tu tono y tus preguntas y las preguntas que no hago.
Tu vida tu vida tu vida y me pesa y mi vida y lo eres y lo soy.

No lo decimos nunca y no lo decimos nunca y ya casi ya casi ya casi.

That there

I don't always feel this power. Sometimes it's not waiting just around the corner. It's not hiding under my nails, behind my tongue. It's gone. It leaves without a trace, unable to prove it once existed. 


It once existed.



Sometimes I cannot even know. I just have to trust it's there. I just have to think I'll find it before the sentence is over.

Oh, darling

Yes. I told you there's a voice inside me, right? It's always there. It doesn't ever stop. Even when I'm writing these words, I hear it. Pero a veces se confunde. A veces me confunde. Can't you just make up your mind? Decídete y stick to it. Decídete y become steady. Just take over and let it die. It's not your fault you don't have any guts, cariño.

(No)

Recuerdo que tenía dos macetas en su balcón. Tenían el nombre de algún famoso vacío que, con certeza, forma parte de los Papeles de Panamá.

Una era roja y siempre se alzaba. La otra era blanca y no olía a nada.

A veces se le olvidaba regarlas.

Hoy, como muchas otras cosas, las macetas se han ido.

Espera... ¿estamos hablando de flores?
Espero que un día el viento deje ser el único que moldee tu superficie, que un día dejes que esta se ablande por la lluvia, o que se endurezca con el frío, quién sabe. Solo espero que permitas que cambie, que se deslice, que se caiga... o que se rompa.

...

En ciertas ocasiones me doy cuenta de lo peligroso que es escribir sobre todo lo que de repente cruza mi mente y, solo a veces, mi corazón. Me doy cuenta de que aquellas cosas que me atraviesan, que me recorren de pies a cabeza, no siempre existen; sino que suelen ser producto de algo ficticio, de algo que ni siquiera he logrado sentir alguna vez. Y entonces, cuando me encuentro con estas palabras, con este conjunto de caracteres que no significan nada para nadie, y quizá no lo suficiente para mí, no puedo evitar sentirme extraño. No puedo evitar que algo dentro de mí chirríe, como si estuviera compuesto por piezas que hicieran un pésimo contacto.
Y dejo de escribir.
O incluso de hablar.
O incluso de existir.

Calor

Recuerdo que antes sólo quería congelar cada momento. Dejarlo inmóvil. Y que, así, desde fuera, pudiera observarlo con atención sin perder cada minúsculo detalle, cada respiración lenta, cada aceleración de mi pulso.
Pero ahora no. Ahora sólo quiero dejarlo correr, sentirlo difuso, imperfecto. Quiero olvidar la nitidez y centrarme en lo nublo. Quiero que sólo permanezca la confusión de mis sentidos, el temblor de mi corazón: la sensación de que vivo. De que estoy viva.

La música del silencio

No he intentado rellenar el agujero de mis pensamientos con palabras vacías, con palabras huecas y sin sentido. Sólo he permanecido en silencio, dejándome amedrentar por él, permitiéndole que hable por mí.
Y lo que menos me desconcierta es que tiene que decir mucho más que yo, es que tiene más música dentro que nadie que haya conocido nunca.

Y me decido a escucharle, a que mi respiración queda sea acompañada por la suya, a que su intensidad atraviese las paredes.
Pero tiene tanta prisa, tanto miedo a que cualquier otro sonido le vuelva mudo, que entrecorta sus palabras con las siguientes y soy incapaz de entender algo más allá de sus sordos quejidos. 
Pero no puedo rogarle que hable más despacio, que intente apaciguar su ansiedad. Si lo hiciera, jamás volvería a sentirlo dentro.
Así que espero a que su propio agujero se complete, a que se adueñe de su misma mudez. A la música del silencio.

Romper el cristal

Hay un cristal. Creo que hay un cristal. No sé exactamente dónde está, ni lo he visto ninguna vez. Pero sí, algo dentro de mí sabe que existe. Tampoco conozco su grosor ni su resistencia. No sé si alguna vez podré rozarlo con los dedos o echarle el aliento y dibujar sobre él imágenes que haya soñado, figuras que pinto automáticamente sobre cualquier papel. Creo que soy incapaz de verlo porque se extiende sobre todo lo que conozco, sobre todo lo que se posa ante mis ojos. Y me impide llegar a tocar nada, a sentir nada. A lograr a ser parte de algo. A sentir que soy un componente del mundo. A rellenar el vacío.
En ocasiones siento cómo se ensancha, cómo me separa aún más de la realidad. Y, en ese instante, me veo reflejada en él, veo mi rostro sobre su superficie preguntándose cuántos kilómetros va a abarcar el cristal, cuánta distancia me aísla del mundo. Cuándo se va a romper.
Y sí, hay momentos en los que siento cómo se resquebraja, cómo se llena de agujeros, cómo se llena mi interior del aire más limpio que me ha rodeado nunca... E intento aferrarme a esa experiencia, intento que lo más profundo de mi alma se ilumine por esa luz tan nueva, tan brillante, tan genuina.
Y te juro que logro creérmelo, que consigo, aunque solo sea durante los pocos segundos en los que me miras, que el cristal desaparezca. Consigo que seas parte de mí.

Ser parte de algo que sí existe

En los sueños en los que es un personaje más, conforme la historia avanza, su rostro se deforma poco a poco. Al principio es capaz de reconocer a la perfección sus uñas, su pelo, sus labios y su nariz, pero luego todos sus rasgos se amoldan a los de otro. Y, a pesar de ello, algo en su interior sabe que es ese personaje desconocido.
A veces se pregunta por qué. ¿Qué razones se ocultan detrás?
¿Se divierte ante la idea de ser otro, o solo por dejar de ser uno mismo?
¿Anhela, sin saberlo, perderse a sí mismo entre cuerpos más definidos, más esbeltos?
¿Entre sonrisas que no estén torcidas, entre unas manos que no tiemblen si nadie las sujeta?
¿Acaso quiere desaparecer?
¿Y no serán esos cuerpos, que no pertenecen a nadie, los que desean ser abrazados, ser parte de algo que sí existe, que sí tiene fondo?

dreams have a knack of just not coming true

Cuando percibo mi situación, intento aferrarme al más cálido silencio, pero soy incapaz de hallarlo en alguna parte. Ni siquiera en el más tenue y oculto rincón. Mis ojos buscan desesperadamente una salida, pero mi yo más lógico y paciente sabe que es en vano. Que allí, aunque el neón ilumine la pista de baile con decenas de colores, la luz no va a hacer que brille mi piel... que allí, el frío no va a ser tan fácil de burlar.
Y una parte de mí cree que la única solución es cerrar los ojos y dejarse llevar, dejarse arrastrar por el sonido que retumba en mis oídos...
Pero no. Sé que eso me haría perderme a mí misma. Me haría desaparecer.

Y...

Me sorprendo a mí misma dibujando la imagen de una libélula grisácea, casi transparente. La inexistencia de su brillo me acongoja. ¿Dónde se oculta su intensidad, su color? ¿Y por qué, a pesar de su candor, se congelan sus alas?
Me pregunto si es ella o es mi mano. Si es su palidez o mi opacidad. Si son los pigmentos de mis pinturas, que han olvidado el concepto de literatura, o si es el arte en sí, que evita, receloso, que sus alas se desdibujen en el papel y decoren el aire.

Y, sin embargo, me asusta la idea de que lo consiga, de que huya de este cuaderno y no mire atrás, y... 
...y no pare a reflejarse en mis ojos.

Tinta negra

Y es que estas letras me atrapan en sus telarañas, me sumergen en sus lagos de viento y marea, de infinitud y tierra mojada. ¿Y yo quién soy para negarle sus deseos? Si sólo soy formas encerradas en un cuerpo quebradizo que escupe tinta negra sobre papel blanco... Tinta que a veces dibuja precisos paisajes y otras se descompone en formas indecisas y temblorosas, manchas que pretenden ser más que meras sombras y penumbra. Tinta negra que ansía ser luz.
Y el cuerpo desfallece cuando quiere definirse sobre tanta superficie, pero no aprende de límites y no teme el colapso. No sabe de cálculos y física. Sólo aspira a reflejarse en poesía, en vaciarse el interior para que las formas huyan de la jaula, salpicadas en desequilibrios; en tinta negra.


Tinta negra que será luz.

Sí.

Pétalos entre páginas

Sus infinitos pliegues se bifurcan, se entrecruzan mirándose de soslayo. Y los olores que despiertan en mí ya no son dulces, ni siquiera cítricos. Son de flores que han perdido la intensidad por el camino, que dejan resquicios suaves, imperfectos. Mortales. Son olores indefinidos e inconstantes, por los que merece la pena forzar los sentidos, arrastrarlos por un valle de incomprensión; que resulta no ser del todo desconocida, si te fijas bien. Si te paras a descubrir lo que esconden sus puertas entreabiertas, las que solo aprecias por instinto. Las que tu cuerpo atraviesa movido por hilos invisibles porque algo que palpita dentro de tu ser te reconduce por los caminos de la curiosidad y el misterio. Y una vez en sus senderos, no eres capaz de no perderte. No eres capaz de no querer no perderte.
Una vez adentrado en sus páginas vetustas, renuncias a todo lo que no huela a flores marchitas y quimeras. Y te ahogas entre sus sábanas de terciopelo, entre el hueco que te separa a ti y al mundo. Te desdibujas en un aire que no logra viciarse; pues hace tiempo que no estás respirando, amor mío.

All the lonely people

Hay un muro enorme
y cada vez se hace más grande
sé que no llega a tocarme
pero me siento despedazar
por ese gigante de piedra
¿de dónde viene?
¿a dónde pertenece?
Y cómo va a contestar
si ni yo misma sabría

Realidad onírica

Me conmueve evocar los recuerdos de orígenes remotos. Tan remotos que la reminiscencia es borrosa y nubla, casi nula. Tan remotos que suscitan los celos de las antípodas. Tan remotos que sólo consigo evocar retazos inconexos. Y sin embargo, son los que siento más adentro, cobijos de mis entretelas. Sin embargo, son los que logran desdibujarme con más nitidez e intensidad. Y el contorno de mi sombra huye del papel y se desfigura en el aire, manchado por los colores del viento. Mezclado con imágenes de sueños tan reales como mi propio reflejo.

Vivo

A veces me veo a mí misma, desde el exterior, como si estuviera rememorando un recuerdo. Solo que no lo es y está pasando en realidad. Me miro y dudo de mi propio reflejo. Y justamente en ese instante es cuando más siento y percibo todo. Se me eriza la piel y mis pulsaciones se disparan. Entonces me pregunto si alguien lo ha sentido alguna vez o si soy la única. Y si lo soy, ¿significa que cada persona experimenta una serie de sensaciones que nadie más nota? 
Se me eriza la piel...
Como si de solo pensarlo todo adquiriera un sentido diferente. Más completo. Más utópico, al fin y al cabo.
Más... vivo.