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doors

too often stuck in between
the words i left behind
understand
it's easy to just shut my eyes
and 
fall

when i said let me go
you laughed
and stood by the door

i'm sure you just thought
you were so romantic

it was not the first time
and i still kept silent
i
silent

it happened again
in another country
when i found myself free

but
if i was free
why did he block the door 

i'm sure he doesn't even remember
he'd laugh it off over a coffee
and i was erased

it's that simple, right

too often stuck in between
the words i left behind
please, understand
it's easy to just shut my eyes
and 

fall

True love waits

I wouldn't even know how to start. At first, you cannot recognize the voices at all. You cannot grasp the end of the words, the meaning of the sentences. It begins slowly, with a subtle motion of your fingers, with a little tickle in the nose. Maybe, if you're lucky, the pacing will grow. Steadily. Almost hungry, the letters will clear their own path. Shy steps on the grass. Distant sounds that sprout over the silence.

Only for an instant, you may grasp these voices. You may see different hues and accents, before they all merge together. Before they all become one and their echoes fade away. Before you ever understand what you always longed to hear.

La niña callada

Era una niña y ay
era una niña, perdónala.

Sé que no debería perseguirla. Pero hay una parte de mí que no puede evitar verla en su reflejo. No puede evitar reconocerla en esas frases que no digo, esas veces que finjo olvidar. Y se mira y la ve y no hay nadie más. Se mira y no se ve y

dónde estás.

Y ese trocito de mí es el mismo que a veces recorre sus recuerdos, sin querer, en busca de esa niña callada. Y la miro, siempre con la esperanza de que se encuentre con mis ojos. Siempre con la necesidad de que escuche mis palabras, que quieren enseñarle a gritar, a decir que no. Solo quieren dar fuerza a su voz.

women like you drown oceans

you thought you could keep her silent
cause her voice hurt your pretty ears
but she was not a blank paper 
you could write off
she was not an empty box
you could fill with your words
she was full of ink and melodies
she was drops of water and alloys
difficult to shape and 
not easy to crack

what do you mean this happened to me?

no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no, y tus labios se despegan, sin quererlo, sí.

Y las veces que dijiste no desaparecen. Tienen que hacerlo.

no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no y el eco de esas voces y el tono de esas voces y qué dicen esas voces joder y esas voces, sí.


Y ríete, corazón. Es lo único que puedes hacer con tu voz.

and it never goes out


words take his shape

the voice melts into his figure

just a little while ago

this oath had no colour

blind, picturing his image

pieces too tiny to hold

words won't be glued together

the trace of a light that did go out

Siempre se me olvida quitarte el pintalabios

Primero aparece una imagen. Y luego otra. Pero ninguna esconde los mismos pensamientos, ninguna revela todo lo que siento. Es como si todas ellas supieran a quién van a desvelar sus secretos. Como si todas supieran que no merece la pena añadir todos los matices si no soy capaz de verlos. Y no puedo siquiera reinterpretarme cuando la vista me engaña, si el lenguaje inventa palabras que no entiendo.
Sé que debo evitar el consuelo de fundir las imágenes en un torrente de escenas, de intentar olvidar que estoy olvidando, de inundar letras con risas enlatadas. Al fin y al cabo, la mentira se esfuma al día siguiente, cuando como siempre me susurras la verdad. Y es que eres el único que se atreve a ser sincero. El único que, con tu aliento, me describe las formas que difuminé a conciencia, atrapa los engaños que endoso al futuro. Solo tú traduces las palabras que yo misma había cifrado: no puedo perdonarme por perdonarte, lo siento.

Nombres

Cada vez que me asomaba por la ventana y no veía la nieve, algo dentro de mí se revolvía. Siempre había sido parte de mi paisaje, mirara donde mirara. Lo cubría todo, desde los tejados y las ramas de los árboles hasta mis rodillas, al borde de congelarse. Incluso ahora, cuando cierro los ojos, no puedo evitar verla. No puedo evitar llevarme las manos temblorosas a los labios y bañarlas de vaho.
En cambio, desde mi nueva ventana, se ocultaban mil tonos distintos. Recuerdo que, la primera vez que los vi, me resultó absurda la idea de que siempre hubiesen existido esos colores. Eran pigmentos que no conocía mi repertorio, matices tan irrazonables que me veía incapaz de imaginar con los ojos cerrados. Tan intensos que eran imposibles de apreciar en su totalidad.
Y sin embargo, eran reales. Vida recién nacida.
O quizá ya habían formado parte de mi mundo, pero no pude identificarlos antes porque desconocía las palabras para describirlos. No era la primera vez que me había pasado, que algo nuevo había surgido ante mí, como un misterio que nunca supe que quería resolver. Como un surco en el pecho que se construye por sí mismo y no sabías que faltaba tanto.
Al aprender sus nombres, al descubrir cómo esos colores cobraban vida, me invadió el hambre más voraz que había sentido nunca. Me preguntaba cuántos conceptos que eran invisibles a mis ojos esperaban ser encontrados, esperaban formar parte de mí y que les diera nombre. Cuántas cosas podían cambiar mi mundo. Cuánto podía cambiarlo yo.

Oh, darling

Yes. I told you there's a voice inside me, right? It's always there. It doesn't ever stop. Even when I'm writing these words, I hear it. Pero a veces se confunde. A veces me confunde. Can't you just make up your mind? Decídete y stick to it. Decídete y become steady. Just take over and let it die. It's not your fault you don't have any guts, cariño.

Frialdad

Tenía un agujero en las botas del tamaño de una nuez. Era principios de octubre y no sentía nada por debajo de los tobillos. Hacía unos diez minutos que la lluvia había calado mis huesos y, de alguna forma, el trayecto a casa cada vez parecía más y más largo. Al inspirar hondo, un fuerte olor a café se adentró en mi cuerpo, sacudiendo mis pensamientos. Las gotas dejaron de caer sobre mi pelo, envuelto por un paraguas violeta, y un brazo se agarró al mío, con fuerza. Giré mi rostro y me encontré con un par de ojos negros que, burlones, me escaneaban de pies a cabeza. Como de costumbre, mis labios se movían solos al verlos.

 Ya has tardado más de cinco segundos en reírte de mí. Veo que tu lengua está perdiendo su filo.  Sin poder evitarlo, aparté la mirada, intimidada por la suya. Juraría que, de soslayo, sus comisuras se curvaban hacia arriba.

 Creo que tienes una idea totalmente errónea de mí. — se soltó de mi brazo y, cogiéndome de las manos, me entregó el paraguas.  No creo que sea una persona fría, ¿sabes? No creo que porque mis ideas no se correspondan con las del mundo, mis sentimientos tengan menos peso.  me dio la espalda y empezó a caminar, sin darle ninguna importancia a la lluvia.  Crees que me conoces, pero te equivocas. Tú y muchos como tú, cuando nunca quise guardar ningún secreto... Nunca fue mi intención, te lo juro.  A pesar de que lo único que podía ver era su nuca, la entendía con claridad. De hecho, nunca había escuchado una voz con tanta nitidez.  No creo que porque no hable de mis sentimientos, no sean tan intensos como los tuyos o como los de quien pueda romper a llorar, sin más. No sé cómo explicarlo... no creo que jamás tenga la capacidad para hacer que mis palabras se correspondan con lo que siento. Al menos no en esta lengua. ¿Crees que existirá algún idioma con el que pueda expresar mis pensamientos, tal y como son? 

Aunque no pudiera verme, asentí, sin decir nada. Todavía me pregunto si existe una palabra para describir el frío que, de algún modo, me había calado por encima de los tobillos.

¿Dónde estás?

Llevaba un tiempo en silencio y cuando notó mi mirada clavada en su nuca, se sobresaltó. Alzó la cabeza en mi dirección y, al incorporarse, se sacudió las manos en los pantalones. Empezó a pasear en círculos, mascullando algo incomprensible y masajeándose los dedos, una y otra vez. Recuerdo que tenía algunas hojas enredadas en el pelo, pero no parecía darse cuenta. Mi cuerpo, hasta entonces inmóvil, se dejó apoyar en el tronco, bajo la sombra, y el suyo, de repente, se volvió quieto. Se alejó de mí, dándome la espalda y dejó que el sol bañara sus párpados, cerrados. Tras un suspiro, esta vez habló en voz alta, sin contenerse.

- Fuerzas los músculos, pero no responden. Tus labios se arquean de la forma más patética, pero no se abren. - se giró en mi dirección y, ante mi desconcierto, me miró con dulzura, como quien mira a un niño que todavía no sabe nada del mundo, y dijo con más suavidad - Inspiras y el aire no llega. Intentas reconocer el espacio que ocupa cada uno de tus miembros, pero no logras identificarlo.Y la presión que hay en tu pecho entorpece cada vez más la respiración. ¿Te ha pasado alguna vez? - centró sus ojos en los míos con una intensidad que me hacía sentir que mi cuerpo decrecía por segundos y cada vez se volvía más y más pequeño, hasta convertirse en una hormiga que escalaba por la palma de su mano, por sus hombros y descansaba en su mejilla. Desde allí, sus ojos de hielo me miraban, al borde de derretirse, arrastrarme en su marea y llenar mis pulmones de su sal. Creo que fue en ese momento cuando empecé a saber a qué se refería, qué ocultaban sus palabras. Asentí y, al apartar la mirada, recuperé mi tamaño original. - Todo lo que te rodea se vuelve borroso y la voz que se pregunta «¿Dónde estás?» se apaga, poco a poco. Y... - enmudeció de pronto, intentado elaborar las frases en su mente para que se correspondieran con la realidad; algo que sabía, por experiencia, que no iba a ocurrir. Se sentó de nuevo, apoyando la espalda en el árbol, junto a mí y, por el movimiento, una de las hojas de su peló cayó en sus piernas, arqueadas. Empezó a partir la hoja hasta que los trozos se volvieron demasiado pequeños y continuó. - Te juro que no puedo reconocer mi voz. No puedo sentir mi acento, ni si mi timbre se vuelve más agudo al final de cada frase. ¿Siempre fue todo así, tan... carente de sentido? - sus pupilas, por una vez, se posaron en las mías con necesidad, ardientes, esperando una respuesta. Quería decirle que yo sí identificaba su voz, que notaba el contacto de sus hombros con los míos, que yo sabía dónde estaba.

Sentí como mis músculos querían moverse, sin resultado alguno. Sentí como mis labios luchaban por abrirse, pero no lo consiguieron. Desconocía dónde se encontraba mi cuerpo y la presión sobre mi pecho me impedía respirar. Y mi voz... mi voz dejó de ser la mía.

Y, al cerrar los ojos, sin embargo, seguía notando su presencia, bajo la sombra del árbol. Miré en su dirección y sabía que estaba allí. Estábamos allí.

El reflejo

- A veces noto cómo los sentimientos se me escapan y no puedo hacer nada para agarrarlos, para retenerlos en mi mente. Sobre todo los que no logro a entender, los que me resultan imposibles de descifrar. Huyen, completos desconocidos. Y siento que llevo una vida malgastando oportunidades para conocerme a mí misma, para dar nombre a mis recuerdos. (Silencio) Perdón, esto es un poco estúpido, ¿verdad? Pero precisamente ahora, creo que estoy bastante cerca, que empiezo a entender algo... aunque me da miedo pensar que eso signifique que estoy dejando algo atrás, que estoy olvidando, ¿sabes? (Intenta hablar, pero las palabras no salen de su boca). No hace falta que digas nada, me basta con que estés aquí, mirándome. Creo que no hay nada mejor que ser escuchado, y sí, sé que tú piensas lo contrario, que lo tuyo es escuchar, pero no puedo evitar sentirme así, con una extraña calidez que me sacude de pies a cabeza cuando me doy cuenta de que mis palabras significan algo para alguien. ¿No te resulta raro oírme balbucear constantemente, mientras que tú solo asientes en silencio? (Sonríe) A mí ya no, estoy totalmente acostumbrada, te lo juro. (Concentra sus ojos en los suyos, y tras una eterna espera, suspira y contempla atentamente cómo sus manos arrancan la hierba, sin darse cuenta). Lo que quería decir, en realidad, es que me asusta la idea de olvidar cuáles son mis sentimientos en este momento. Que dentro de siete años, si es que nos recuerdo, aquí y ahora, no sepa qué rondaba por mi cabeza, qué sentía. Que vea mi cara y sea la de una extraña con la que no me identifico. Aunque, supongo que lo peor no sería eso. Lo que realmente me aterra es encontrarme con mi reflejo y no sentir nada... (Se miran de nuevo, pero esta vez llega a verse en sus ojos, sonriendo. De repente, percibe cómo el silencio se amolda y cambia de forma. Empieza a percatarse del sonido del viento en el césped y las ramas, de las voces de unos niños que juegan, a lo lejos, y del olor de los naranjos que se mecen a su alrededor. Se esconde el pelo detrás de las orejas y se deja caer sobre la hierba, casi acariciándola). ¿Sabes qué? En realidad, no importa. 

Ahoj

Es como tener dos piezas de distinta forma entre las manos.

Puedes tocarlas.

Puedes verlas.

Pero no sabes de qué color son y qué formas siguen. Si se curvan en las aristas, si se entrelazan en los extremos, si los bordes se clavan.


Es como salir de la habitación solo con el pie izquierdo.

Empiezas a oler a nuevo.

El aire viciado te golpea en la nuca.

Pero no puedes cerrar del todo la puerta. Y la luz de la habitación se extiende hacia el pasillo. Hasta todo lo que alcanza tu vista.


Es como soñar en un idioma que no conoces.

Las palabras nacen de tu boca.

Y tu propia fluidez te paraliza.

Pero desde el principio era tu propia lengua. Y descubres que en realidad no sabes nada. 



Todo lo que has creado no significa nada.

11-11-15 (o por qué dejé de escribir)

La verdad es que siempre supe que era un cobarde, pero, no sé. También es cierto que siempre esperé que fuera mentira. Que me estaba engañando a mí mismo, como tantas otras veces he hecho. Y, por primera vez, no me equivocaba. Y sigo esperando a que, tal vez, de todas formas, encuentre esa valentía que me hará capaz de despegar mis labios que rehúsan de mostrar mis pensamientos. Si es que ellos, primero, se encuentran a sí mismos.

Ojalá huyeran de repente, sin dejar ningún rastro de su presencia en mi mente, y olvidara que alguna vez, aunque no supiera sus nombres, estuvieron allí, dejando atrás ese torbellino sin sentido que me arrastra en mis pisadas.

Y hace tanto tiempo que no les dedico ni un minuto, ni un segundo... que me he olvidado de sus caras. Porque sé que antes sí podía dibujarlas con los ojos cerrados... y ahora son solo un borrón casi imperceptible, que, espero, algún día se vuelva nítido.

Y quizá, para ti, no tenga ningún sentido. Pero sí que lo hay, créeme. Si no lo hubiera... ¿por qué seguiría palpitando mi corazón? ¿Qué me quedaría dentro?

Y entonces, ¿cómo puedo encontrarme?

No creo que sea algo tan frío, tan calculador. No creo que sea algo que debas medir o pesar. Creo que es algo que simplemente fluye, que se desliza, que irrumpe. Creo que nunca está quieto, que siempre circula a tu alrededor esperando a que lo agarres, a que lo descubras escondido entre tu pelo, bajo tu ropa o detrás de tus orejas. Y cuando lo atrapas, lo sabes, y el pecho, de algún modo que desconozco, se agranda. Y todas las cosas que había dentro se encogen, dejan hueco a lo que está por llegar. Porque es tan grande que no se puede medir, es tan cálido que todo lo que tenías pensado decirle no lo describe en absoluto y te acomplejas por tu torpeza.

Y cuando busca aún más espacio y sientes cómo se adentra en tus pulmones, en tu esófago y en cada pequeña parte de tu cuerpo, es tan imponente que todas las palabras se vuelven inaudibles, indescifrables.

Y entonces, desaparece.

Y entonces, desapareces.

...

En ciertas ocasiones me doy cuenta de lo peligroso que es escribir sobre todo lo que de repente cruza mi mente y, solo a veces, mi corazón. Me doy cuenta de que aquellas cosas que me atraviesan, que me recorren de pies a cabeza, no siempre existen; sino que suelen ser producto de algo ficticio, de algo que ni siquiera he logrado sentir alguna vez. Y entonces, cuando me encuentro con estas palabras, con este conjunto de caracteres que no significan nada para nadie, y quizá no lo suficiente para mí, no puedo evitar sentirme extraño. No puedo evitar que algo dentro de mí chirríe, como si estuviera compuesto por piezas que hicieran un pésimo contacto.
Y dejo de escribir.
O incluso de hablar.
O incluso de existir.

La música del silencio

No he intentado rellenar el agujero de mis pensamientos con palabras vacías, con palabras huecas y sin sentido. Sólo he permanecido en silencio, dejándome amedrentar por él, permitiéndole que hable por mí.
Y lo que menos me desconcierta es que tiene que decir mucho más que yo, es que tiene más música dentro que nadie que haya conocido nunca.

Y me decido a escucharle, a que mi respiración queda sea acompañada por la suya, a que su intensidad atraviese las paredes.
Pero tiene tanta prisa, tanto miedo a que cualquier otro sonido le vuelva mudo, que entrecorta sus palabras con las siguientes y soy incapaz de entender algo más allá de sus sordos quejidos. 
Pero no puedo rogarle que hable más despacio, que intente apaciguar su ansiedad. Si lo hiciera, jamás volvería a sentirlo dentro.
Así que espero a que su propio agujero se complete, a que se adueñe de su misma mudez. A la música del silencio.

Interrogación

Le aturde el silencio rotundo que sale de su boca
el impulso eléctrico del impertérrito
el torrente de ideas que mueren al nacer
el reflejo de las gotas vaporosas
el tacto dulce de temblores quietos
el falso candor de quien no tiene miedo
la sombra nocturna que despliegan las alas
el sinsentido de unas palabras que desaparecerán