Me pasaría las siete vidas que tiene un gato y todavía no terminaría de descifrar el completo significado de mis pensamientos.
Inmersa en un mundo verde de colinas naranjas y árboles cuyas copas nunca acaban. Impregnada del olor de tu camisa de cuadros y botones grises. Y de fondo la melodía de mil voces acompasadas por mil piratas y un violinista.
Puede que también un holograma del más intrépido rompeolas colisionando con la espuma de mar, en pantalla plana.
Un dulce salado.
Donde el viento tuviera forma de versos con rima asonante, que agitaran mi cabello en ondas de todos los diferentes colores. Que el molinillo verde junto a mi ventana nunca dejara de girar.
Donde Lucy te mire desde el cielo llena de diamantes.
No más fotos en blanco y negro.
O quizá no serían necesarias ninguna de estas cosas.
Quizá lo dejo todo por un café con sal.
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