Creo que lo que más odio en el mundo son las cejillas.
Son incómodas y hacen que te duelan los dedos.
¡Son difíciles! Y además... Eh... No me gustan, ¿vale? Pero si tocas la guitarra tarde o temprano aprendes a hacerlas. Como muchas otras cosas que en el pasado resultaban imposibles y hoy no son más que un reflejo innato, como respirar. Y... creo que eso es bonito.
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