Y que si tienes tristes los ojos, no intentes hacerme reír con esos dedos. Que de mis costillas no se escaparán las carcajadas, sólo quejidos que emulen tus miedos. Sólo temblores que intenten apaciguar el desasosiego. Sólo son huesos que se rompen por la nada, por la nada que se refleja en tus ojos. Por la nada que siento en mi propia pupila si se cruza con tu mirada. Por la nada que no quiero. Por la que me quiebro.
Y que si tienes tristes los ojos, no te confundas entre mi pelo. Ni te quemes con mi hielo. ¿Es que no comprendes que ardo en deseos de enfriar las dudas? ¿Que me moriría por verme en tus ojos, por ser la cura? Y que si me tocas, que no sienta el desconsuelo, ni el vacío, ni mi frío. Que si me tocas, me toques sin miedo.
Y que si tienes tristes los ojos, no intentes fingir que estás vivo, que eres vida. Que yo sólo quiero vaciar de esa boca los tormentos, conocer cada recodo de tu silencio. Sólo quiero saber si eres luna menguante o creciente. Si puedo verte la luz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario