La música, sin duda, está en todas partes. Está en las situaciones divertidas, en las tardes de soledad en tu habitación, al irte a dormir y en tu propia cabeza. Cuando ni tú mismo sabes lo que pasa por tu mente, cuando tu corazón dice 'ya basta'.
A veces, solo necesitas dos minutos y veintisiete segundos para que todo vuelva a la normalidad, o más bien a tu normalidad. Correr, a ritmo de una canción. Huir, sea donde sea. Y en el estribillo, gritar con todas tus fuerzas, y saltar. Saltar para rozar las estrellas, para que te tiemblen las rodillas. Y luego, caer. Por voluntad propia, tumbarte en el suelo, aunque esté sucio. No importa, en ese segundo nada importa. Y luego, reírte de tu estupidez, de ser tan niña. De ser tan feliz, pase lo que pase. ¿Y sabéis por qué? Porque al volver la vista, a tu lado, hay una persona que coge tu mano. Y no la suelta, jamás.
Ahora cada vez que escuches esa canción, sonríes y te miras las manos.
I want to hold your hand... forever.
5 comentarios:
*________*
C:
Presiosho *-*
Me enamoré :)
Mientras que el amóh seah correhpondío, chachi pistachi.
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