- Me gustaría saber en qué pensaré antes de morir. O en quién. (Pausa). ¿Tú pensarías en mí?
- No lo sé. Tal vez.
- (Niega). Mentiroso. Y lo peor es que siempre lo has sido, desde que te conozco. Creo que no me has dicho más de seis palabras seguidas en toda tu vida que fueran verdad. Aunque, curiosamente, eso es lo que más me gusta de ti. Adoro tus mentiras, te lo juro. Hablar contigo es como jugar a los detectives. Tengo que estar constantemente concentrada en tus manos y en tu boca. Sobre todo en tu boca. ¿Sabes que tuerces la boca hacia la izquierda cuando mientes? ¿Eh? ¿Lo sabías? Lo haces constantemente, te lo juro. Todo el rato. Y las manos... ¿sabes que te tiemblan las manos cuando dices la verdad?
- No.
- ¿Ves? Y eso que sólo ha sido una palabra. Hazme caso. Pero es que me fascina. Me fascinas, de verdad. ¿Y sabes por qué? Una vez leí en un libro que sólo recordamos lo que nunca sucedió. Era un libro muy bonito, en serio. Y eso significa que voy a recordarte por el resto de mi vida. Y eso sí que es fascinante. Sí. Casi podría enamorarme de tus mentiras. ¿Te gustaría que me enamorara de ti? (Tras un rato de silencio, niega con la cabeza). No, eso no vale. Tienes que decirlo con palabras. Vamos, dímelo.
- (Le tapa los ojos con las manos) No, no me gustaría.
- (Ríe). ¡Eso es trampa! Pero yo soy más lista que tú... (Intenta quitarle las manos de los ojos, sin obtener resultado). No estás temblando, mentiroso.
4 comentarios:
Es bonito.
Es bonito.
(Él) es bonito.
(Él) es bonito.
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