Una
vez adentrado en sus páginas vetustas, renuncias a todo lo que no
huela a flores marchitas y quimeras. Y te ahogas entre sus sábanas
de terciopelo, entre el hueco que te separa a ti y al mundo. Te
desdibujas en un aire que no logra viciarse; pues hace tiempo que
no
estás respirando,
amor mío.
Pétalos entre páginas
Sus
infinitos pliegues se bifurcan, se entrecruzan mirándose de soslayo.
Y los olores que despiertan en mí ya no son dulces, ni siquiera
cítricos. Son de flores que han perdido la intensidad por el camino,
que dejan resquicios suaves, imperfectos. Mortales.
Son olores indefinidos e inconstantes, por los que merece la pena
forzar los sentidos, arrastrarlos por un valle de incomprensión; que
resulta no ser del todo desconocida, si te fijas bien. Si te paras a
descubrir lo que esconden sus puertas entreabiertas, las que solo
aprecias por instinto. Las que tu cuerpo atraviesa movido por hilos
invisibles porque algo que palpita dentro de tu ser te reconduce por
los caminos de la curiosidad y el misterio. Y una vez en sus
senderos, no eres capaz de no perderte. No eres capaz de no querer no
perderte.
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3 comentarios:
Wow, qué texto más profundo, me ha dejado la piel de gallina. Me encanta como escribes, un besito grande :)
Escribes muy bonito
Si te apetece me encantaría que pasaras a echarle un vistazo a mi blog, un abrazo
Impresionante, me dejas sin palabras. Un texto maravilloso, vas a llegar muy lejos. Y espero poder verlo. Sigo por aquí, ansiosa de leer más.
Un beso muy grande,
María.
P.D: mil gracias por el comentario que dejaste en mi blog. Cosas como esa me dan la vida
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