Y...

Me sorprendo a mí misma dibujando la imagen de una libélula grisácea, casi transparente. La inexistencia de su brillo me acongoja. ¿Dónde se oculta su intensidad, su color? ¿Y por qué, a pesar de su candor, se congelan sus alas?
Me pregunto si es ella o es mi mano. Si es su palidez o mi opacidad. Si son los pigmentos de mis pinturas, que han olvidado el concepto de literatura, o si es el arte en sí, que evita, receloso, que sus alas se desdibujen en el papel y decoren el aire.

Y, sin embargo, me asusta la idea de que lo consiga, de que huya de este cuaderno y no mire atrás, y... 
...y no pare a reflejarse en mis ojos.

3 comentarios:

María dijo...

Hola! Precioso... ¿Relato? Perdona mi duda, pero tiene un no sé qué poético que me hace preguntarme qué diantres es. A mí, me da igual. Es precioso y eso es lo que importa! ^^ Me he pasado por algunas de tus otras entradas (y, si te soy sincera, hay algunas que no entiendo en lo más mínimo) y creo que tu estilo es impresionante. Y muy diferente.
Te invito (porque soy así de especial) a que te pases por mi perfil y visites un blog que tengo con mis amigos. No es necesario, por supuesto.

Van DaÖ dijo...

No hay botón de me gusta para esto? hahaha

Urobros dijo...

:) Cambia bastante de oírlo a leerlo, pero sigue siendo muy bonito.